Nombre
Ing. Carlos Encina
Período
1877 – 1880
Especialidad
Ingeniería, letras y matemática
Presidente: Ing. Carlos Encina (1838 - 1882)
Carlos Encina nació en Buenos Aires el 20 de julio de 1838. En 1860 obtiene el título de agrimensor y toda su actuación, profesional y universitaria, fue hecha con este título. En 1880, siendo Decano de la Facultad de Matemáticas y por tanto Presidente de la Academia, renuncia a cargo para presentarse a examen para recibir el título de Ingeniero Civil. La Facultad le aceptó la renuncia y le otorgó el título sin necesidad de examen. Dos años después, en 1882, a la prematura edad de 44 años, le sorprendió la muerte mientras realizaba estudios en la Patagonia.
Como fue frecuente en los hombres de su generación, Carlos Encina fue polifacético: poeta, educador, cultor de las ciencias exactas. Como dice Besio Moreno en su biografía publicada en la revista La Ingeniería, del Centro Argentino de Ingenieros, Vol. 49 Nº 852 "Se formó en la hora del gran despertar, en el período de creciente esplendor, ensueño de la esperanza -entonces sin nubes- para la República. Todo nacía, todo germinaba, todo se embellecía, todo prospectivaba una era de poderío, saber y libertad. Estas auras son las que mecieron a Encina en su adolescencia y penetraron en su espíritu para no abandonarlo más. Esto fue lo que señaló su corta vida y el fuego de su acción, dejándola como símbolo de sus tiempos".
Su actuación universitaria empieza el 25 de febrero de 1874, al ser nombrado por el Gobierno de la Provincia, a propuesta del rector Dr. Vicente Fidel López catedrático de Algebra Superior, Geometría Analítica y Geodesia de la Facultad Mayor de Ciencias Exactas, llamada un mes después, Facultad de Matemáticas en la nueva ordenación de la Universidad (Decreto del 26 de marzo de 1874).
El 11 de junio de 1874 es elegido Académico de la Facultad de Matemáticas, cargo en el que es confirmado el 16 de febrero de 1881, al refundirse dicha facultad con la de Ciencias Físico - Naturales para formar la Facultad de Ciencias Físico-Naturales ante el Consejo Superior de la Universidad y en el mismo año es nombrado vocal del Departamento de Ingenieros de la Provincia.
El 11 de mayo de 1877, al renunciar el Decano Dr. Juan María Gutiérrez por motivos de salud (renuncia que la Academia aceptó, nombrándole Decano Honorario), Carlos Encina es elegido Decano y, por tanto, Presidente de la Academia, cargo que desempeñó hasta su renuncia ya mencionada en 1880.
En la actuación académica de Carlos Encina cabe distinguir dos aspectos: el docente, en el cual no tuvo demasiado éxito, y el planificador y director, puesto de manifiesto durante todo su período de académico y, especialmente, en su período de Decanato, en el cual dejó perdurable huella.
Como docente, posiblemente por dejarse llevar por su impulso de poeta e improvisador, parece que preparaba poco las clases, lo que motivó el 6 de agosto de 1875, una presentación de los alumnos de Geodesia, haciéndole severos cargos. La Comisión de Profesores que se formó para estudiar el caso asistió a las clases de Encina y en su informe dió, en cierto modo, la razón a los estudiantes: "...en una de las conferencias de Algebra, tratándose de la aproximación de las raíces, el Sr. Encina ha expuesto un método propio, según su misma declaración, pero tan oscuro y deficiente que ha escapado a la compresión de la Comisión", y más adelante agrega que el "Señor Encina había declarado en clase que nunca retenía las fórmulas, sino que las deducía allí mismo". Después de varias propuestas y contra propuestas, la Facultad decidió que Encina continuase con su puesto, pero que presentara "por escrito a la Facultad, desde el lunes 16 del corriente (agosto 1875) cuatro lecciones por semana, formando el curso de Geodesia correspondiente al presente año escolar, para que previo conocimiento de ellas, sean pasadas a los estudiantes de 4º año de Ingeniería". Más detalles sobre la cuestión pueden verse en la obra de C.C. Dassen "La Facultad de Matemáticas de Buenos Aires", 1874-1880 "y sus antecedentes", tomo II págs. 249-252 ("Anales" de la Academia, vol. 6). Encina, previa la aclaración, a su pedido "de que el espíritu de la resolución no era someter a una censura sus lecciones", se avino a ella y presentó las primeras clases. Sin embargo, el 20 de setiembre del mismo año (1875), presentó la renuncia a todas sus cátedras, que le fuera aceptada, nombrándose en su lugar a Bernardino Speluzzi.
La renuncia como profesor, no significó la renuncia como académico. Carlos Encina siguió como miembro académico, tomando parte activa en las reuniones de la Facultad y en las del Consejo Superior mientras fue delegado al mismo. En esta actuación, como organizador y dirigente, demostró gran capacidad, preocupación y buen sentido, para llevar adelante los estudios de ingeniería, preconizando siempre la necesidad de una buena preparación básica de los estudiantes. Se puede mencionar algunas actuaciones suyas que revelan su modo de pensar al respecto.
Al discutirse los programas y planes de estudio en 1874, al ponerse en marcha, la nueva Facultad de Matemáticas, manifiesta Encina: "que sería conveniente reglamentar a la brevedad posible los estudios preparatorios de ingeniería, que era menester adquirir ciertos conocimientos previos al estudio de las Matemáticas y que él, personalmente, en su carácter de catedrático, palpaba a diario los graves inconvenientes que reportaba a los alumnos una preparación deficiente". Por ello propone el nombramiento de una Comisión que, haciendo el estudio de los programas que rigen la Universidad y se refieren a la enseñanza de las Matemáticas, propusiese las reformas convenientes al mejor desarrollo de la instrucción en ese ramo.
En el mismo año de 1874 propuso la adquisición de una prensa litográfica par imprimir las clases de las asignaturas de ingeniería.
En 1875, se discutió y aprobó un nuevo Reglamento de la Facultad en cuya elaboración tuvo Encina participación esencial.
En 1876 (sesión del 8 de mayo) a moción de Encina, se incluye en el presupuesto de la Facultad una partida de 1500 pesos para suscripciones a publicaciones científicas y poco después (22 de mayo), propone invertir 3500 pesos para completar las dos colecciones de los periódicos titulados "Terquem" y "British Association of the Advancemente of the Science". El primero se refiere a los "Nouvelles Annales de Mathématiques", fundada en París en 1842 por O. Terquem y Gerono.
Ya siendo Decano, defendió siempre años estudios matemáticos como esenciales para la preparación básica de los ingenieros. En 1878, en la sesión del 5 de setiembre, deja constancia de su voto en contra a la supresión, por razones de economía, de la cátedra de Matemáticas elementales que dictaba Rodolfo Moreno. En 1878 se sancionaron nuevos planes de estudio y se estableció que los títulos que expediría la Facultad serían "en orden de importancia": Doctor en Ciencias Matemáticas, Ingeniero Civil, Ingeniero Geógrafo, Arquitecto y Agrimensor. Por tanto, si bien desde 1875 la Facultad expedía el título de Ingeniero-Arquitecto, es bajo el Decanato de Encina que este título es sustituido por el de Arquitecto, aprobándose el plan de estudios especial para esta carrera. Los ingenieros civiles, sin embargo, podían ejercer la profesión de arquitectos.
Hemos mencionado estos ejemplos como prueba de la actuación de Encina en las deliberaciones de la Academia de la Facultad, actuación que fue continuada y relevante.
En el campo político, Encina formó parte de la Legislatura de Buenos Aires y de la Convención Reformadora de la Constitución Provincial, en la cual bregó por la implantación del sistema de representaciones proporcionales. En la Ciudad de Buenos Aires, ocupó en 1872 la Dirección de Escuelas, introduciendo el estudio de las Ciencias Naturales en la enseñanza primaria.
La actuación académica de Carlos Encina, estuvo siempre influenciada por su temperamento de poeta. Como tal, fue autor de tres famosos cantos, en los que grabó su frondosa inspiración y el tenor de la época: Canto al arte, Canto a Colón y La Lucha de las Ideas. Del primero de ellos, dijo Lucio V. Mansilla:" Su canto al Arte es una revelación, pues da un rumbo nuevo a la poesía, siendo la poesía más notable que haya salido hasta ahora, de la pluma de un poeta americano". He aquí unas estrofas del poema:
¡El hombre ya no vive de materia!
¡Vive de la verdad! Su alma incendiada
por el fuego divino,
presa ya no será de muerte incierta;
¡tiene ante sí la inmensidad abierta!
¡Allí su inspiración y su destino!
que reproduce Besio Moreno en la nota biográfica ya mencionada.
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